Cada vez más vemos como la formación solo en conocimientos teóricos no coincide con la realidad de lo que la empresa espera y necesita de sus trabajadores.
La formación como la conocíamos en entornos como colegio instituto y universidades, por lo general correspondía a la mera transmisión de conocimientos en una sola dirección. Lo cual hacía imposible al docente comprobar el grado de comprensión de los alumnos, así como el impacto y aplicabilidad de lo aprendido en el aula, a la realidad que nos encontramos. Somos muchos los que, tras estos primeros estudios, nos hemos encontrado sin preparación para cubrir las expectativas que las empresas demandaban, no sabíamos hacer lo que la empresa requería, los conocimientos los teníamos pero no sabíamos ponernos en práctica. Como alguna vez hemos dicho entrecomillas lo estudiado pero no lo hecho nunca“.
Ante estas limitaciones, con el sentido, en parte, de tener que comenzar de nuevo a formarnos, la única opción que se nos plantea, es completar nuestra formación con la especialización a través de entidades que si entiendo la necesidad de trasladar lo que aprendemos a la realidad de la actividad laboral y Personal ya que si no no lo voy a poder usar para que informarme en ello.
Los conocimientos que sitúen y en marketing al participante en el entorno en que se desarrollará la formación son totalmente necesarios con la clara función de servir de punto de partida para la posterior puesta en práctica de los cimientos teóricos. Si la acción formativa no cuenta con alguno de esos dos elementos, no podrá alcanzar los objetivos de aplicabilidad que tiene la formación más demandada, y que finalmente, valoramos como de utilidad. Como claro ejemplo, tenemos la obtención del permiso de conducir, para el cual necesitaremos la formación teórica, pero es imprescindible la preparación práctica ¿os imagináis que tras haber superado el examen teórico si ninguna clase práctica nos dieran el carnet de conducir?
La implantación de nuevos hábitos exige reiteradas prácticas que nos lleven desde el aprendizaje a la habilidad, cuando es decir cuando somos capaces de realizar de forma casi inconsciente los nuevos hábitos adquiridos. Alcanzar el nivel de hábil requiere mucha práctica y con ello debemos tener en cuenta que un proceso de aprendizaje con lleva dificultades en su implantación como son los errores, más recursos de tiempo del previsto o posibles resistencias en el entorno más cercano.
Con la formación comienza el proceso de desarrollo en el que la constancia y la perseverancia son indispensables para lograr desarrollar nuestras competencias personales y profesionales.